WhatsApp no está jugando con astucia.

El 2021 fue un annus horribilis para WhatsApp. Casi todo lo que podía salir mal, de hecho salió mal. Parecía que la historia se repetiría en enero, luego la plataforma anunció las nuevas directrices de privacidad. En esencia, quien quería seguir usando activamente WhatsApp debía permitir que la empresa transmitiera sus datos a la sociedad matriz, Facebook.

calendar Jan Fri 07 2022

El 2021 fue un annus horribilis para WhatsApp. Casi todo lo que podía salir mal, de hecho, salió mal. Ya en enero, la plataforma anunció su nueva política de privacidad, que desató una avalancha de polémicas. El corazón del asunto era que quien quisiera seguir usando WhatsApp debía permitir que la compañía transfiriera todos los datos de los usuarios a la sociedad matriz, Facebook.

Aunque WhatsApp ya estaba comprometida en este intercambio de datos desde 2016, la intención ahora era permitir que Facebook accediera también a los comportamientos de pago y transacción de los usuarios de WhatsApp. Un paso que generó no pocas preocupaciones entre los millones de usuarios activos, pero que, desde el punto de vista comercial, debía dar un giro a la compañía.

En 2014, Facebook había comprado WhatsApp por una cifra de 19 mil millones de dólares, sin embargo, la adquisición no había dado los resultados esperados. Así que, en 2021, se buscó una solución introduciendo un nuevo modelo de negocio: los datos de los usuarios debían ser ofrecidos a las empresas, que podrían utilizarlos para hacer publicidad y ofertas personalizadas.

WhatsApp debía convertirse en una plataforma de compras en línea, y quien no estuviera de acuerdo vería su cuenta inutilizable. En cuanto a las cifras, sin embargo, las cosas parecían potencialmente favorables para Facebook. En 2020, WhatsApp contaba con 2 mil millones de usuarios activos. Si todos estos usuarios generaran los mismos ingresos que los usuarios de Facebook, la empresa podría haber ingresado alrededor de 16 mil millones de dólares adicionales en el cuarto trimestre de 2020.

El anuncio de las nuevas políticas de WhatsApp provocó una fuerte reacción negativa. Ya en 2014, Facebook había prometido que los datos de WhatsApp nunca llegarían a manos de Facebook, pero esa promesa ya había sido rota en 2016. En 2021, sin embargo, las cosas fueron más allá: los gigantes tecnológicos se atrevieron a pedir explícitamente acceso a los datos, pero esta jugada resultó ser un error estratégico. En poco tiempo, numerosos usuarios migraron a otras plataformas como Signal, impulsados también por la invitación de Elon Musk a sus 42 millones de seguidores en Twitter.

Las nuevas reglas de privacidad llamaron la atención de una autoridad alemana, que constató inmediatamente que la transferencia de datos no se había gestionado correctamente. No estaba claro hasta qué punto existía una protección adecuada y, a pesar de que estaban activas varias directrices de privacidad, la distinción entre ellas era bastante confusa. Por ejemplo, el regulador alemán encontró difícil distinguir entre las políticas de privacidad para Europa y las del resto del mundo, a pesar de que WhatsApp siempre había afirmado que existían diferencias claras.

Las autoridades alemanas establecieron entonces que el usuario estaba, de hecho, obligado a dar su consentimiento. Quien no lo hiciera, vería su cuenta inutilizable. Según el regulador, la plataforma había ido demasiado lejos y había violado las normativas del GDPR. El jefe de la autoridad envió una carta al Parlamento Europeo, acusando al regulador irlandés de negligencia, ya que desde hacía tiempo se había iniciado una investigación sobre WhatsApp.

En julio de 2021, la denuncia de las autoridades alemanas, junto con la intervención del Comité Europeo para la Protección de Datos (EDPB), aceleró las investigaciones. En septiembre del mismo año, WhatsApp fue multada con 225 millones de euros por violaciones al GDPR y obligada a cumplir con las normativas europeas sobre el tratamiento de datos.

WhatsApp había intentado tranquilizar a los usuarios diciendo que sus mensajes estaban seguros, y técnicamente lo están. Sin embargo, la empresa perdió credibilidad cuando minimizó el aspecto de la transferencia de datos a Facebook, haciendo parecer que no era un problema. Esto fue un error significativo.

Mientras WhatsApp, como siempre, estaba enfocada en la recopilación de datos para fines publicitarios, Apple le hizo un favor a WhatsApp introduciendo sus nuevas reglas de privacidad, que revelaron cómo WhatsApp recopila muchos más datos que competidores más pequeños como Signal, Telegram e iMessage. WhatsApp recopila datos personales para fines de marketing, pero también para otros fines no declarados, mientras que la competencia se centra principalmente en usar los datos para mejorar la funcionalidad del software.

En 2021, WhatsApp combinó las polémicas sobre los cambios en la privacidad con el intento de minimizar la recopilación de datos para fines poco claros. Esto hizo poco creíble la tranquilidad de que la aplicación era segura y confiable.

En definitiva, WhatsApp es una plataforma descargable gratuitamente, sin embargo, como suele ocurrir con los "servicios gratuitos", el usuario se convierte en el verdadero producto. Muchos usuarios están dispuestos a permitir la recopilación de sus datos personales, pero debe haber un límite y, sobre todo, mayor transparencia. En ambos casos, WhatsApp fracasó.

Los usuarios no deberían verse obligados a aceptar nuevas normativas, arriesgándose a perder acceso a su cuenta. La situación plantea una reflexión importante sobre la privacidad digital y la protección de datos en la era moderna.